Las lenguas son el vehículo de sistemas de valores y expresiones culturales y constituyen un factor determinante de la identidad de grupos de individuos, sin embargo muchos pueblos desaparecen y con ellos su lengua.
Por este motivo la UNESCO en el año 2001 lanzó un plan para proteger las lenguas en peligro, como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad y es que según datos de este Organismo, el 50% de las 6.000 lenguas del mundo pueden desaparecer y esto “representa una pérdida irremediable al patrimonio vivo de la humanidad porque no sólo son instrumentos de comunicación, sino que también reflejan una determinada percepción del mundo”.
Cada día, según la UNESCO, mueren 3.000 hablantes de esas lenguas amenazadas como podría ser el caso de Marie Smith Jones, que era la última hablante de la lengua eyak, (Alaska) con su muerte hace unos días también se podría haber perdido su lengua, lengua que llevaba años agonizando por no poderla compartir con nadie.
Sin embargo Marie Smith Jones pensó que su lengua no debía morir, por eso trabajó mucho con ayuda de lingüistas para que su lengua perdurara en el tiempo aportando documentos suficientes que sirvieran para conocer no solo la lengua, sino su pueblo y sus formas de vida. Existen grabaciones de imagen y sonido, transcripciones de historias antiguas y un diccionario con 3.000 páginas, que ayudarán a recordar que en un tiempo pasado existió un pueblo y que ese pueblo tenía una lengua.