lunes, 2 de abril de 2007

Bella Italia!, ma bella gestione?


La historia de la tutela del patrimonio cultural comienza tempranamente en Italia, las primeras medidas de corte institucional y legislativo aparecen tras la reunificación italiana (1862). Pero no será hasta la era fascista, cuando en 1939 se apruebe la ley 1089, la primera, de índole nacional destinada a la protección de las obras de arte; aunque fue escrita en un contexto fascista la ley es tremendamente moderna y tiene muchas similitudes con la ley de patrimonio histórico español de 1932 (redactada por el gobierno republicano). En ella el aspecto más destacable es la concepción de la obra de arte como un ente necesitado de su contexto (valor del entorno monumental), esto, que ahora puede parecer lógico, fue algo realmente moderno y de vital importancia para la historia de la conservación de los bienes culturales en Europa. En esta ley se crea, bajo un sistema centralizado, una Soprintendenza central que dirige otras regionales, además la ley regula tanto los bienes públicos como privados, teniendo el estado el deber de tutelar el patrimonio histórico, artístico y el paisaje del país, esta incursión del paisaje o el territorio como algo factible de ser protegido es algo muy novedoso e importante.

Hasta el año 1969 sigue vigente la ley del 1939, aunque con algunas modificaciones; es en este año cuando se crea la dirección general de antigüedades y bellas artes, en donde se unen universidades y sistema cultural. De este organismo dependerán todos los soprintendentes regionales.

En 1974 se crea el Ministerio de Bienes Culturales, separando universidades y cultura, lo que crea una serie de problemáticas y mal funcionamiento institucional, provocado por la falta de coordinación interministerial y la falta de gestión periférica. Los '80 no fueron los mejores años para la cultura italiana, se crearon una gran cantidad de proyectos muy costosos que fracasaron estrepitosamente como el "fondo investimento di ocupazzione" o "nacimenti culturali", dejando al Ministerio con una grave crisis tanto económica como de principios rectores de gestión. Por ello se crea en 1997 una nueva ley para los bienes culturales y un nuevo ministerio el de Bienes y Actividad Cultural; el cambio parece que no mejoró sustancialmente ni las vías de cooperación, ya que se jerarquizó mucho más el organigrama institucional, ni tampoco el intercambio y el enriquecimiento de conceptos y líneas estratégicas de acción, ya que no se tomaron medidas para agilizar los contactos con las universidades, de hecho de las 26 soprintendenze italianas en solo 1 el soprintendente está directamente relacionado con la universidad, en otras 23 es un arquitecto, y en el resto arqueologos. No existiendo ni historiadores ni historiadores del arte dentro de los puestos directivos del ministerio de cultura, ni de sus sedes regionales.

Espero que os haya parecido interesante todo esto, una mirada fuera nos hace conocernos mejor, Gracias a Massino Osanna y a Marco Betelli, por esa charla, en la que me regalasteis la posibilidad de escribir esto y pensar mucho más.

1 comentario:

Juan Luis Álvarez dijo...

Bueno Sergio, muchas gracias, una vez más, por acercarnos la gestión cultural de alto nivel mediante estos artículos de investigación que intentan traspasar las fronteras nacionales. Es grato saber como son las cosas en otros paises, aunque no siempre sean buenas, para poder comparar nuestras realidades con otras y de esta forma situarnos un poco.